05 febrero, 2007

MÚSICA ÁRABE Y ANDALUSÍ

La influencia del Islam se extiende actualmente desde la costa atlántica y mediterránea del norte de África hasta el Cercano Oriente, donde se divide en dos ramas: una de ellas se dirige a Irán y llega hasta Indonesia en el sureste asiático, mientras que la segunda lo hace hacia el Este de Europa. En las zonas fronterizas, las tradiciones musicales están muy mezcladas y el elemento islámico muy difuminado, aunque en toda su área de influencia conserva una unidad cultural característica que predomina sobre las vernáculas. En esta unidad cultural la expresión musical se basa en el talento individual. El músico suele ser compositor, intérprete y libre improvisador, centrándose la valoración del arte en los detalles más que en la estructura.
La interpretación se organiza en torno a una serie de indicaciones sobre notas preferidas, pequeñas células rítmico-melódicas, conclusiones y otros convencionalismos, siempre en torno a un modo melódico concreto. El objetivo es alcanzar el tarab, el punto donde se encuentran el sentimiento y el intelecto del arte de hacer música.
Hasta finales del siglo XIX, la música árabe clásica ha ido creciendo en las cortes y entre clases privilegiadas, especialmente gracias al mecenazgo de la aristocracia. Revestía carácter de entretenimiento, simbolizaba la grandeza e incluso se utilizaba como arma política, siendo la poesía su punto de partida.
La transmisión ha sido básicamente oral, e incluso hoy día se sigue utilizando una notación sólo con fines pedagógicos, aunque sin excesiva precisión. Por ejemplo, un mismo modo puede tener diferentes nombres y afinaciones según la ubicación geográfica de la escuela.