La cultura árabe entabló contacto con la cristiana a partir de las Cruzadas, pero especialmente desde la ocupación de la península ibérica, donde dejaron marcadas influencias durante los siete siglos de coexistencia con cristianos y judíos. En este contexto destaca sobre todo la figura de Zyriab, un esclavo liberado y excelente músico que se vio obligado a trasladarse de la corte de Bagdad al reciente califato de Córdoba, donde crearía 24 nubas que aún se conservan, total o parcialmente, en la tradición andalusí del norte de Marruecos.
La música árabe andalusí no se interpreta en salas de conciertos, sino en las celebraciones y reuniones familiares. Los textos a los que se ha puesto música están redactados en árabe clásico (apenas comprendido por el público) y datan del período entre los siglos VIII y XV. Los temas favoritos son el amor cortesano, las alabanzas al Profeta, las descripciones (de los jardines andalusíes, Sevilla, Granada o el Guadalquivir), y la nostalgia de los árabes por al-Ándalus después de la expulsión. Estas músicas tienen signos evidentes de influencias interculturales. Por ejemplo, los poetas judíos escribían en árabe y en hebreo, utilizando las mismas estructuras poéticas. Tampoco era nada infrecuente la utilización de una melodía de otra cultura o religión para adaptar un texto en otro idioma, procedimiento conocido como contrafacta.
El repertorio cristiano de la época recoge dichas influencias bien a través de la liturgia mozárabe (cristianos bajo dominación musulmana), bien a través de recopilaciones de enorme valor documental, como las Cantigas de Santa María, de Alfonso X el Sabio (siglo XIII). Por su parte, los judíos expulsados de la península al final del siglo XV, llevarán las melodías y sonidos de su añorada Sefarad (así como una variante del español antiguo conocida como ladino) a los países de su renovada diáspora, especialmente en el Magreb y el fondo del Mediterráneo (Turquía, Bosnia, Grecia, etc.).
La música árabe andalusí no se interpreta en salas de conciertos, sino en las celebraciones y reuniones familiares. Los textos a los que se ha puesto música están redactados en árabe clásico (apenas comprendido por el público) y datan del período entre los siglos VIII y XV. Los temas favoritos son el amor cortesano, las alabanzas al Profeta, las descripciones (de los jardines andalusíes, Sevilla, Granada o el Guadalquivir), y la nostalgia de los árabes por al-Ándalus después de la expulsión. Estas músicas tienen signos evidentes de influencias interculturales. Por ejemplo, los poetas judíos escribían en árabe y en hebreo, utilizando las mismas estructuras poéticas. Tampoco era nada infrecuente la utilización de una melodía de otra cultura o religión para adaptar un texto en otro idioma, procedimiento conocido como contrafacta.
El repertorio cristiano de la época recoge dichas influencias bien a través de la liturgia mozárabe (cristianos bajo dominación musulmana), bien a través de recopilaciones de enorme valor documental, como las Cantigas de Santa María, de Alfonso X el Sabio (siglo XIII). Por su parte, los judíos expulsados de la península al final del siglo XV, llevarán las melodías y sonidos de su añorada Sefarad (así como una variante del español antiguo conocida como ladino) a los países de su renovada diáspora, especialmente en el Magreb y el fondo del Mediterráneo (Turquía, Bosnia, Grecia, etc.).