Las principales características de la música árabe son la homofonía modal, la ornamentación florida y el ritmo modal. El sistema modal melódico del mentado Ibn Misjah habla de ocho modos, y subsistió hasta el siglo XI, donde se pasó a 12 modos que en el XIII se empezarían a llamar maqamat, cuando se les añadirían otros cinco. En el XVI se adoptó una nueva afinación y un acercamiento al concepto de la raga hindú con sus fórmulas melódico-rítmicas típicas.
En la ornamentación árabe encontramos no sólo trinos, trémolos y apoyaturas sino también sonidos acompañados por intervalos perfectos (unísono, cuarta, quinta u octava). Por su parte, los modos rítmicos son una adaptación de la métrica de la poesía, al menos desde la emancipación de la práctica instrumental hacia el X. En cuanto a las formas, la más importante y elaborada es la nuba, una quot;suite" de piezas vocales con preludios instrumentales, cuyo probable origen se remonte a la corte bagdadí de los Abásides.
En cuanto a los instrumentos, suelen derivar de culturas semitas precedentes, como el ud (laúd árabe) o la durbaka, el tambor con forma de copa. Otros destacados son el tambor daf, el salterio qanun, la flauta ney, y la viola rababa. La afinación para la interpretación de la música árabe exige la división de la octava en 17 notas (las 12 de la escala cromática occidental, más otras cinco no temperadas), pero sólo algunas pueden ser tónicas.
Durante los taksim o improvisaciones instrumentales es habitual el recurso de la modulación, pero siempre siguiendo un complejo esquema de variaciones permitidas. Algunos instrumentos, como el baglama o saz de Turquía, permiten la interpretación de los maqamat a partir de cualquier tónica, con lo que, de hecho, se genera un sistema de afinación de entre 24 y 30 notas por octava. Los teóricos de dicha cultura elevaron las divisiones a 53 temperadas (que surge de la división de la octava en commas pitagóricas), de los cuales se suelen utilizar 36.